Sin parpadear, miraba el hijo del pescador el negror horrendo y depresivo del agua. El pecho lleno de humo, salpicado sin parar por los nervios, que se clavaban una y otra vez en la punta de sus dedos.
¡Jamás desprecié tanto las arrugas!-decía pensativo gritando y en silencio.
Ante él, la inmesidad del océano que no dejaba de reirse de su temprana fisionomía, tan tierna y tan joven. El oceáno le calmaba y le enfurecía por igual, parecía reírse de él con su reflexiva sabiduría, fruto de una inamovible experiencia adquirida que no podía remediar.
-¿Y tú te ríes de mí? ¡Yo soy el amo de mi vida! ¡No dejo que nadie navegue por encima mío! ¡Nunca dejaré que lo hagan! ¡Yo decido, no como tú!- gritaba ansioso en silencio-¿Te crees más sabio por dejar domarte?
Los pies del hijo del pescador estaban al borde del muelle, y se inclinaban hacia delante en unos patosos balanceos. Empezaba a hacer frío.
El agua era profunda, virgen e inexplorada. Tranquila pero malvada.
Los ojos del hijo del pescador estaban inyectados en sangre. El cielo amenazaba tormenta y se tornaba gris. Miró hacia arriba y se dio cuenta de que estaba atrapado por dos plomizas capas de nada, por encima y debajo suyo.
-¡Demuéstrame que sabes más que yo, que no me dejo pisar! ¡Muéstrame tu rabia! ¡Que la sabiduría es poder y que tu superioridad es tal que no necesitas a nadie, que tu indiferencia para con los que navegan magullando tus lomos es total y verídica! ¡Que has encontrado tu fortaleza aún siendo inmenso!
Las aguas se calmaron y con un glorioso estruendo emergió del agua una criatura que logró rascar el techo del cielo. Una mezcla de dragón y serpiente que dejaba en ridículo el tamaño del agua que lo contenía. De un coletazo, agarró por la cintura al hijo del pescador y en su descenso al fondo del mar azabache, se lo llevó consigo. El infante no dejaba de reir estruendosamente mientras el Leviatán lo rozaba con su piel pegajosa y repleta de escamas y lo llevaba al fondo del océano para mostrarle el motivo de su indiferencia y de su lastimosa condena de resignación.